Flor del cerezo, imagen tomada de http://ikebanartefloraljapones.blogspot.com/
He leído que brilla el corazón
que vive sin adorno,
pero me pregunto
si puede brillar lo escondido en el pecho.
Para ver y saber
se debe abrir el torso
y de cuajo arrancar el corazón
igual que la ofrenda
que alimenta a los dioses.
Pero me pregunto
si hay necesidad
de arrancarlo y si hacerlo es despiadado.
¿Qué crueldad justifica el sacrificio?
Me pregunto
si es virtuosa la flor al mostrarse desnuda.
¿Y la espina de la rosa que se clava
y brolla de su aroma el púrpura fragante ?
¿Es vicio o virtud lo que fulge
con el ornamento de la humildad
que brilla sin causa, sin móvil, sin hambre de dioses,
sin a nadie tener que complacer
ni siquiera a uno mismo?
Me pregunto
si el Sol al brillar
se ufana en llamaradas,
si son el ornamento del extinto
(del exánime tieso con su fuego tilinte),
o es lumbre que enciende
un dios ajeno al mundo e ignora dar la vida.
Me pregunto
si Dios en consciente de dar la existencia,
¿es bondad o vanidad lo que le mueve?
La flor al despertar
enseña la humildad de la belleza
y ríe bondadosa y contonea su figura
al son de la brisa
y marce recatada y desprendida ríe
finando en silencio vestida de gala.
Tal vez la flor nos muestra el corazón
despojado de apriorismos.
Tal vez el corazón se adorna con la flor.
Me pregunto,
si acaso,
todo en más sencillo...