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Alauda

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16 octubre 2024

Una cierta distancia


Fotografía: Arturo Villarrubia




Yo de largo paso, miro y callo, veo y callo. 
No ando de prestado, 
miro al frente para no avistar tu flaco flanco;
evito tropezar y caer a tu lado.

Y si lo viera venir,
nunca yo daría pábulo 
a señales y signos escritos 
en las palmas de tus manos.
 
Sin echar la vista atrás
algo bueno he comenzado.



        





20 julio 2016

Fantasmas de Madrid



“No hay fantasma ni espectro que no desaparezca al conjuro de una buena tranca” Padre Feijoo


“-No se espante ni piense que soy un fantasma. Si me considera un aparecido, puede estar seguro que no es más que una jugarreta de su fantasía. Después de todo, ¿qué es un fantasma? Vamos, déme una definición. Demuéstreme, por deducción o inducción, la posibilidad de un espectro. ¿En qué relación se encuentran una aparición semejante y el espíritu? Digo espíritu y nada más que espíritu.
Y a continuación el fantasma se enfrascó en un análisis del espíritu, citó la Crítica de la razón pura, de Kant, segunda parte, tomo segundo, capítulo tercero, amontonó los silogismos y acabó con la conclusión lógica de que él no era un aparecido.
Durante este tiempo, un sudor frío bañaba mi espalda, mis dientes castañeaban como dos castañuelas, mientras aprobaba vivamente, temblando como una hoja, todos los dichos de aquel fantasma que negaba la existencia de los fantasmas.
Finalmente, con un gesto habitual, introdujo la mano en su bolsillo para sacar el reloj.
En su lugar sacó un puñado de bullentes gusanos. Al darse cuenta de su error, los volvió a introducir en su bolsillo con ansiosa prisa, mientras se volvía a repertir:
“El espíritu es el principio...”
Un reloj dio la una de la madrugada y el fantasma desapareció.”


Heirinch Heine, “El doctor Saul Asher”.


Estas líneas no pretenden hacer una genealogía de los fantasmas ni de los espectros, tampoco es una crítica o transducción del ebook de Villarrubia, sino una humilde reseña como lector de “Fantasmas de Madrid” de Arturo Villarrubia.

Habría que poner como antecedente que el autor es un fotógrafo, un observador cualificado que gusta de captar los momentos, las imágenes e, incluso, los estados de ánimo. Pero que nadie se lleve a engaño: nunca Arturo ha tomado fotos de fantasmas y de espectros. Y no por una cuestión escéptica ante el fenómeno, sino porque no se puede captar, a mi juicio, la imagen de lo que no existe.

Arturo es un buen retratista y un buen número de premios avalan sus operaciones con la cámara, su conocimiento de la técnica, un sentido innato por el buen gusto y una actitud disciplinada hacia la técnica fotográfica.

Y como madrileño que ejerce como tal ha escrito sobre un tema universal, pero centrado en Madrid, que tiene su origen en la mitología cuando el fantasma de Enkidú se aparece a Gilgamesh. 

Ya tendríamos, pues, una primera definición del vocablo fantasma como aparición. Pues es sobre las apariciones de lo que habla el ebook de Villarrubia y, en concreto, sobre los fantasmas de la Capital de España.

Villarrubia selecciona unas cuantas historias del folklore madrileño y que llegan hasta casi a finales del Siglo XX. No es una muestra exhaustiva pero si reconocible, objetiva y representativa de unos acontecimientos que con el paso del tiempo van perdiendo fuelle, actualidad. Y resulta extraño el desconocimiento de los fantasmas patrios en una sociedad donde el espiritualismo tiene un sólido encaje entre el común; ¿acaso alguien duda o desconoce de/el sentido que tiene llevar flores a los difuntos?

La creencia o la fe en la otra vida es la base - o el esqueleto - de la creencia en los fantasmas y en los espectros. Ya los romanos (de quienes somos descendientes) discernían entre espíritus buenos (los de los antepasados, manes) y espíritus malos (almas de los hombres malvados, larvae), y así hasta hoy la literatura nos lega infinidad de relatos, historias y narraciones al respecto.

Arturo nos presenta doce historias de fantasmas que así nos prologa:


“...encontrareis amores prohibidos, venganzas sobrenaturales y espectros de ultratumba. Hablaremos del origen de la frase “De Madrid al cielo”, de la triste suerte de la viuda del Capitán Zapata y la no menos triste suerte que la imaginación popular atribuyo a los Marqueses de Linares, de fantasmas que vuelven de la tumba para una última noche de amor y de perros fieles que siguen protegiendo a su amo más allá de la tumba.”


Pero que nadie se lleve a engaño, Villarrubia nos habla de dichas historias desde un escepticismo a lo Richard Wiseman y con cierta chulería irónica. Y como muestra de ello nos dice Villarrubia en una de esas historias: 


“¿Dama misteriosa de esbelto talle, que se mueve sola por sitios no recomendables y horas intempestivas? Magnifico ¿Extraño silencio y mirada fantasmal? Nadie es perfecto y eso son asuntos personales ¿Compañía extraña y poco recomendable, posiblemente un diablo? No hay que juzgar a nadie a la ligera y tendría que ver vuesa merced algunas de las damas y caballeros que son aclamados en esta nuestra Villa y Corte…

¿Es fea? Pies para que os quiero si no es para correr.

Habrá sin duda quien considere semejante descripción de la psicología masculina todo menos fantástico y no le faltará razón.”


Lo que resulta, a mi parecer, fundamental es la puesta en un contexto de dichas historias, ya en su momento en la historia, ya en el espacio urbano, y aquí es obligado recordar un titulo del mismo autor: Postales desde Oporto, donde las isologías con Fantasmas de Madrid son más que evidentes tanto en la estructura como en el desarrollo narrativo.

No querría dejar pasar una mención obligada, al hilo de lo anteriormente expresado, a un llamado experimento de disonancia efectuado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana que nos explica estos fenómenos. No en vano Richard Wiseman que ha experimentado, a su vez, estas realidades concluye que los lugares sobrenaturales existen aunque no los fantasmas de los que se cuenta que allí habitan.

Cierto es que hay quien avala la existencia de dichas aparentes materialidades...






11 abril 2015

En un abrazo



Fotografía de Arturo Villarrubia




En el velo del silencio
un profundo pálido eco
(ósculo ansiado), interpela
por mis labios todo amor
entregado, alimentaba 
alma y cuerpo el sentimiento.

La mañana desveló
muda un deseo, suspiro
alcanzado en un abrazo.

           

Abril 2015-Noviembre 2024






31 marzo 2015

Sale el Sol al mediodía


Fotografía: Arturo Villarrubia




Se engaña a veces la naturaleza
con un cálido llanto
arrojando las palabras.

Se hacen tus ojos tormenta
como cayendo del cielo.
Mi alma rota se desborda.

A la de veces veo en el albor
una loca simetría
entrelazada en un abrazo.

En los sueños encuentro la armonía
(vanidad de vanidades),
cuando el sol ha nacido al meridión.



            Marzo 2015-Octubre 2024







11 octubre 2014

Espuma de la Venus Muda


Fotografía: Arturo Villarrubia






Tu vista rasga el aire
segando las razones
con cristales opacos en tus ojos.

Las miradas con 
gesto tan adusto 
cortan el hielo y devoran en silencios 
el ser y la nada.

Encerrado con pestillo dona el tiempo 
la finada arena y mi verbo medroso
escapa no queriendo ser dañado
por la afilada y combada guadaña.

El frio mutismo mi hálito cercena
e igual que borra el poeta sus versos
y rimas que rizaban voluptuosas,
se para el reloj
y las horas quedan huérfanas.

En la atalaya vigilando el valle,
mi eco sordo sació en los manantiales 
el gemido trozado por los cráteres.

Veo a lo lejos tu frente altiva
y observo como siembras 
estériles dunas de desierto
con la música muda del silencio.

Mojas en salitre al estío que quema
y de tus volcanes se agostan laderas
con las palabras huecas sin hondura
y brolla, así, de tan vacío fontanal
tu espuma, 
la espuma de la Venus muda.











23 septiembre 2014

Sombras de luz




photo credit: Praying via photopin (license)




Dedicado a mi buen amigo Arturo Villarrubia



Blanco y negro dibujan
un rostro captado,
un instante,
un momento del pasado imposible,
un recuerdo que se traslada 
de la memoria al papel 
que plasma el ayer en el hoy
sin continuidad de repetirse.

Es la fotografía un canario enjaulado, 
el instante que pierde su presente entre barrotes, 
mirando el tiempo pasar en su cautiverio.

Luces y sombras moldean 
el tiempo atrapado en una hoja
de haluros de plata,
colgando de un puente
de gelatina 
entrometiendo la luz del día con la noche.

Un agujero negro 
donde las miradas se fijan, 
se hincan, se inventan a sí mismas 
en una décima de segundo, 
pócima de luz que jamás se agota.

Son los ojos espejos 
del alma sin colores,
con la forma de los trazos difuminados
en blanco y negro;
ayer de papel baritado.






07 julio 2014

BLUE LILYS (AFTER THE STORM)


















To awake from a dream
of blue lilys

That smile through the tears
After the storm.
















Autor. Joan Vivancos

Traducción y fotografía: Arturo Villarrubia

Música y vídeo: David Bazo




21 mayo 2014

Postales desde Oporto


En la caverna de Platón los sentidos resultan engañosos. Fotografiar tiene la virtud de captar el tiempo. El reloj se para. El pasado nos acompaña en el presente. La imagen captada permanece ajena al marcar de las horas. No engaña.

Una postal es un recuerdo. Da fe que estuvimos en un lugar. ¿Quién no ha enviado y recibido una? Podemos guardarla entre las páginas de un libro.

Esta primavera Arturo Villarrubia ha editado sus paseos y sus fotografías en Oporto. ¿Quién no conoce a Arturo? Le gusta conversar y le gusta fijarse en los detalles. La fotografía le permite dialogar con las historias e imaginar con detalle la realidad. Ora saca el sol que te acompaña, ora el peso de la tristeza y de la derrota. 

El puerto recibe a quienes llegan. Despide a quienes van más allá. Un Oporto enraizado en la divinidad es la antesala de la ciudad del presente. Con venas de acero. Donde hay que cuidarse de los escalones.

Las imágenes son reales. Hoy está lloviendo. Nuestro protagonista, paraguas en mano, nos habla de la gaviotas, de donde se cruzan las corrientes de un río y un océano. Saber echar las redes proviene de un conocimiento previo.

Arturo comienza su génesis desde el agua. Ha cruzado el puente. La lluvia. La mar. El Duero. Sin Venus. Con Jano bifronte y Portuno.

La oportunidad nos es dada en el tiempo aunque sea corto. Recordando a vikingos que llegaron de Bretaña nos lleva río arriba. Me gusta la foto de los ravelos en el Duero. Es día de San Juan.

Los ravelos son barcas sin quilla. Transportaban las barricas de vino hasta Vila Nova de Gaia.

Quiero pararme aqui. Necesito tomar perspectiva. Sin quilla puede la barca volcar. Yo con ella. Mientras cierro los ojos intento imaginarme de donde hemos venido. Villarrubia nos recuerda que los romanos pusieron el primer nombre a la ciudad. Nuestro idioma proviene del latín que trajeron los romanos. Portus Callus devino en el portugués Porto: Oporto en castellano.

No nos reconocemos en Roma. Adoptar el Oriente enigmático es cool. Villarrubia, sin darle importancia, desecha el ying y el yang. Prefiere la compañía de Jano y Portuno. ¿Tanto nos cuesta reconocernos en Occidente? En España casi nadie sabe quienes son Gárgoris y Habidis.

Abro los ojos. Hoy he leído que Pinto, ex-portero del Barça, se despide de su ex-equipo. Está contento. Dice que le alegra que le aceptaran como un soñador. ¿Sabrá quien fue Calderón de la Barca? Tenemos sueño. Sueño, luego existo. En la piel de toro soñamos. Somos muy dignos. Somos muy idealistas. Podemos soñar. Somos un lema. Un anuncio publicitario. Estamos en venta. Libro de caras. Caras en la ventana.

De vuelta a Postales desde Oporto cualquier ensoñación se queda en los ravelos Duero abajo. ¿No son nuestras vidas ríos que desembocan en el mar?

Villarrubia nos hace pisar tierra firme. Nos dice que nos dejemos de tópicos. Nos invita al saber. ¿Es gratuita la cita al hip-hop, Madredeus y el fado? Tampoco es necesario que abarquemos todo. Aunque nos paramos en 100 al contar escalones llegamos a nuestro destino. Basta con subirlos.

Las vistas desde lo alto tienen la majestuosidad de lo excelso. Somos motas de polvo en la inmensidad del Universo. La ciudad se ve abajo. Hay árboles. Los árboles nos sobreviven. Los hay centenarios. Testifican la historia vivos. El viento mece sus copas, o arranca las ramas más frágiles. La vida no es una ruleta. No es un azar. Es un camino que comienza y tiene un fin.

Villarrubia se para en Céfalo y Procros. No es por casualidad. La historia de estos dos personajes tiene un desafortunado, y cruel, final. No es la ira de los dioses quien mata a Procros. La lanza de Céfalo atraviesa en fatal destino a su esposa. El amor es lo que tiene. Da la vida. Da la muerte.

Impresionante es la narración sobre el escultor Antonio Soares dos Reis. Las fotografías atestiguan su obra. Acabó su periplo con dos disparos de bala. Los genios tienen esas cosas: nadie los entiende. El olor a pólvora se percibe. Con sus tonos ahumados, picantes, que incitan a la euforia.

Un alegato racional sacude a nuestro protagonista en el Centro Portugués de Fotografía. Irrumpe contra la manipulación ideológica de las imágenes. ¿Es casual que sea en la antigua prisión donde se separaba a los pudientes de la chusma? ¿La Justicia no tiene como fin igualarnos ante Dios y la Ley? No es la respuesta acertada.

Villarrubia elige uno entre dos modelos de arte de la fotografía. No lo desvelaré para que podáis descubrirlo.

El autor nos cuenta cosas, sucesos, personajes. Nos ilustra con lo que hay detrás. Nos invita a escudriñar, a viajar sin hacer turismo. Es factible tener un guia. Como todo lo contrario. Hay quien se desplaza kilómetros y lo llama viajar. Arturo en un tiempo récord ha resuelto el enigma. Nos invita en cada capítulo a recorrer con la vista y la mente la historia que tiene cada muro, cada iglesia, cada costumbre, cada pueblo. Y observar el futuro.

Creo que es el momento idóneo para parar. Os invito a hacer el viaje con Postales desde Oporto. Quedaréis encantados con este relato. Tiene forma de visita guiada por la ciudad de los puentes sobre el Duero, de artesanos chocolateros, de hombres y mujeres que boxean en el atrio de la Catedral, del puerto que da nombre a un vino, de un dios oportuno con dos caras: una en el pasado, la otra en el futuro. Villarrubia confiesa que siente el peso de la Historia.


Es oportuno este libro, sin duda.




03 mayo 2014

El Ángel Caído


La fuente del Ángel Caído (Fotografía de Arturo Villarrubia)


Bailaba lento, de puntillas,
en lo alto donde los ojos
fijaban las miradas.

Un suspiro expectantes exhalaban  
un hálito en el aliento, un deseo;
la aspiración en cada equilibrio.

Él miraba desde arriba 
frunciendo el ceño.

Dio un mal paso y del cable resbaló.

Caía igual que un ángel 
a quien Dios cortó las alas.

Sin brazos que le asieran,
se escurrió a los infiernos.


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