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Alauda

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24 septiembre 2024

El derribo






Volvía el gélido aire 
y me alentaba mejor.
Debajo se mostraba 
triste un solar 
de bingo viejo derruido 
por las máquinas con su tris, tras.

A enorme foso de tierra, 
piedra y losa, posaban 
curiosas sus miradas quienes sin luto
inertes subían 
a lomos del progreso excavando 
en su propio pasado.

¡No se lleven la arboleda!

¡No arranquen las páginas del libro!

Heredad de infame ruido, 
de regurgitados nidos,
mientras miraban las palomas 
sin entender nada, solo miraban.

Miraban como destruían lo viejo 
y construían lo nuevo: otro edificio.

Palas mecánicas, hombres de Sol a Sol
borraban cimientos y muros.

¡No se lleven la arboleda!

¡No arranquen las páginas del libro!

Quedaba un hongo extenso bajo el Cielo 
donde esporas de hierro y de cemento 
levantan otro techo. 

Mientras duró el silencio
contemplé como un sordo sigiloso 
lo desgajado, 
tocando con mis dedos en el aire los sonidos
de la arbolada prieta que estaban descepando.

¡Oh Dios mío!

¡Sigo oyendo el arrullo de sus hojas!

¡Miro aún el sepulcro de los muertos!

Es un lago seco con entrañas devoradas
para plantar a hoya cepellones sin almáciga
de nuevas raíces.

¡No se lleven la arboleda!

¡No arranquen las páginas del libro!

¡Sigo oyendo el arrullo de sus hojas!

¡Miro aún el sepulcro de los muertos!





03 agosto 2024

La música de los árboles

photo credit: Xabier Zaldua via photopin cc


Abaten las copas
melodía que compone la brisa.
Los motores gritan a lo lejos
distorsiones.

Bailan las hojas
susurrando nuestros nombres,
a un tiempo arrullan las palomas
el nuevo día desayunándose la noche.

Pipían hambrientos
los pichones inquietos.
Los trinos gorjeos
de los gorriones
amanecen en sus cuevas
repartiendo sus mil perdones.

Susurra la fronda
como saquitos
sonoros de arena
lisonjeando la tenue claridad,
repartiendo un soplo
a la fría mordaza,
a mi vacía taza
que asgo con complicación.

El chasquido del mechero
rompe la polifonía.
El humo llena el vacío.

Es en esta ausencia
donde inhalo
la realidad de mis afectos
y de mi triste ánimo.

Va meciendo la arboleda sus ramas
en estos segundos que pasan.
Se me antoja una eternidad.

Mientras, escucho en la espesura
mil y un cuchicheos tersos.

El día llega y se traga esta lobreguez.

Ya ni el café hace mella,
ni el tabaco,
ni esta agria impudicia.

Del sembrío deseo
ha brotado el tallo del silencio.

Las cetrinas hojas cantan nanas
al crepúsculo amargo con triste sesgo.

Grácil abrazo
despierta mi tribulación,
desaparecen las sombras
al compás que marca
la floresta con frágil firmeza.


              Julio 2014-Septiembre 2024



18 noviembre 2016

El Parque







Nunca a sentarme en el parque 
volví en el albor,
anunciando tu figura, 
presagiando que concedes 
tu bálsamo al acanto.

La fontana dejé con sus niños adustos
donde acordes riman hilas 
del agua cristalina.  

No volveré a soñar contigo, 
cuando el Sol del porvenir 
entre las tilias se cuele 
y el sombrío follaje
se mezcle con tus huellas.

Te has quedado allí sentada 
mientras trinan arpados los pardales.

Peinas tu melena suavemente 
y meditas pensamientos.






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