Nunca a sentarme en el parque volví en el albor,
anunciando tu figura, presagiando que concedes
tu bálsamo al acanto.
La fontana dejé con sus niños adustos
- acordes riman hilas del agua cristalina -.
No volveré a soñar contigo, cuando el Sol del porvenir
entre las tilias se cuele y el sombrío follaje
se mezcle con tus huellas.
Te has quedado allí sentada
mientras trinan arpados los pardales.
Peinas tu melena suavemente y meditas pensamientos.
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