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Alauda

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01 mayo 2015

No pasan hambre los cuervos









Negros cuervos se ciernen con su luto   
volando desde el cielo del vacío,
en infierno cocinan largo ayuno,
vuelan alígeros su largo hastío.

Arrancan con sus picos las raíces,
picotean maíces mientras roban
vigilantes, con sendos negros ojos,
los perojos menudos del peral.

¡Hambre! ¡Hambre!

Quiero comer, madre.

Los niños sueñan con los arvejales.

Negro cuervo sin hambre ni avatares,
sin saber de abecés y de integrales,
refulgen en sus buches sus collares.

¡Hambre! ¡Hambre!

Solo se nutre el hambre de los sueños
arrastrando la suela en yermo suelo.

El hambre sueña rollos y arequipa,
jamar los niños sueñan los trigales.

El cuervo hambrea la vacía tripa
y engulle la alborada con la brisa.
El cuervo se atraganta en su saliva.

Obsequian el hambre nigérrimos cuervos.
El maná regurgitan de sus buches tan llenos.


            Mayo 2015-Octubre 2025







16 febrero 2015

Has rendido tu vida





Llegan los señores de azul 
con la noche escondidos
entre sombras.

Llegan para llevarte lejos 
sacando desde dentro contigo los días, 
los años que han pasado
como un fugaz pensamiento, 
como una salva de aire helado, 
como un fino corte que rasga la piel.

Llegan avisando
sin tiempo para recoger la nada
que se amontona en el pasillo vacío, 
ni siquiera hay una torre
de periódicos viejos amarillentos.

Hundes tus cansados pies
en la arena dejándote llevar 
como un reo al cadalso.

Llegan y no te has mesado los cabellos.

No te has despertado aún de este mal sueño.

No has cogido las bolsas. 

No guardaste las pinturas
que se acabaron hace mucho, 
cuando al salir el Sol
desayunabas un triste vaso 
de agua con mucha desesperación.
Corrías buscando 
lo que a otros sobraba 
para que tu papá 
llenara su hambre contigo 
mientras perdías la vista
buscando algún recuerdo 
donde esconderte de esta miseria.

Han llegado 
y sin poder subir 
los 44 escalones 
has rendido tu vida,
esa que no tenías.



22 junio 2014

Sin banquete en un banco


Fotografía: https://secure.flickr.com/photos/pasotraspaso/6237391353/lightbox/




Andaba pensando 
en los colores del cielo,
los de las claras mañanas,
en celestes 
Pegasos de hierro 
que no vuelan
sino navegan 
por alquitranes, 
entre continuas
rallas pálidas, 
en mares de negra lava.

Entre sombras, 
sin compás ni cartabón,
caminé entre plataneros 
que a la niñez me llevaron.

Aquellos dejaban sus sombras 
majestuosos
en este nuevo estío
arribando 
con sus primeras nubes,
en un domingo con celebraciones
después de hacer mi trabajo.

Paseando en zigzag 
para no encontrar 
otros hombros, 
otras caras,
pensaba yo en la sopa boba
dejando atrás los Arcos,
la avenida, el paseo, 
los árboles,
su acueducto, las mesas y las sillas.

Abandonado de alegrías 
y tristezas,
con la mente en blanco,
meditaba, en que sé yo.
A mi lado había velas, 
jardineras, la mole de piedras 
que asemejan un velero dormido
al que subir y escapar
de la cruda realidad.

Y vi una niña casi de blanco
sentada en un banco 
con sus padres.
Jugando de pie 
estaba su hermano.

Hizo hoy la pequeña 
su primera comunión 
vestidita de crema 
(la Inocencia en su carita 
dibujábase en tristeza).

Quise pensar que no era tal,
solamente la paz, la tranquilidad,
de esa bruma que se escapa
silenciosa por el aire y nos engaña

En estos tiempos 
de grandes fastos, 
nos invade la pobreza 
de quienes buscan 
entre las pieles de plátanos
mendrugos, duros o blandos, 
entre las bolsitas 
de los supermercados
sea lunes o sábado,
en los domingos bulliciosos 
o en los martes apagados. 

Buscan entre basuras
dejando vergüenzas a un lado. 
Buscan puchero y papeles
para vender a peso. 

Fuma alguno las colillas 
que atesora en una bolsa.
Los hay que
dejan pasar los días
y noches comiendo del aire
pensando en la sopa boba.

Es este un tiempo atrasado
con niños que comen
bien en los colegios 
mientras sus papás
no encontrarán un trabajo, 
y quien lo tiene
lo hace a destajo 
con pocas horas,
con sueldazos de pobre 
desgastados sus zapatos.

En su primera comunión
esa niña 
(lo mismo que otros niños),
no tendrá banquete, 
ni sardinas ni regalos.

Sentadita en su banco 
con sus padres y su hermano,
atardeciendo
un domingo con sus nubes,
con medio Sol,
yo volvía del trabajo
y la niña maduraba ya sus días.




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