La mala conciencia es excusa pueril.
No me afecta.
Quedaron atrás los abriles
sin indulgencia con quien milagrea.
No hay condescendencia
con el que sube sin subir,
con el que platica sin dialogar,
con el que desalienta al navegante,
con el que tira por la borda mi paciencia.
Si vuelan, no se estrellen.
No les deseo mal.
Mis ojos son indiferencia cruel.
Silencio, esquivez,
sonrisa encendida o apagada.
Mueca.
A veces fiamos al impostor.
Cada elección es otra rueda
dando vueltas.
¿Quién ensalma heridas nunca abiertas?






