Cada
melodía
es
sucinta
elegante
en
su ejecución,
los
sonidos
envuelven
el mundo
que
entre dos dedos
fija
esa mirada
entre
frágil
y
gamberra
con
olas de sal.
La
vida
con
su música
no
precisa
de
orquestas,
solo
los instrumentos
reiteran
las voces
que
se mezclan
con
los bordes
de
la mirada
que
fijas
en
tu objetivo.
Se
van moviendo
las
hojas
junto
al derribo
del
edificio
donde
las graciosas
mariposas
vuelan
con
los colores
de
tus recuerdos
revividos
cada
mañana
tintada
de
espejos
que
suenan
a
esperanzas
vacías.
Reflejos,
imágenes,
música
elegante
la
que tu fragancia
rompe
con
las borduras
de
tus trajes de aire.
¿Qué
es lo que perturba
tu
horizonte
en
el pasado?
¿Qué
presentes
guardas
en
tus besos
que
afilas
con
las agujas
de
la desconsideración?
Cada
día
retumban
más
fuerte
los
callados gritos
de
tu silencio
que
escribes
en
tu diario.
Vive
y
deja
de
morirte.
A
ese baile
solo
la máquina
elegante
encaja
las piezas
de
tu grosería
como
fardos
de
hielo
en
tu verano:
Memorias
que
ves volando
a
ningún lado.