09 julio 2014

FELIZ IGNORANCIA


photo credit: Michele Catania via photopin cc



Había en la vacía
plaza sombras
llenas
de luz
y una estatua
de negro
mármol
que fisgaba altiva
inmóvil
con una venda
en la mirada.

Se sucedían
las nubes
y se dibujaban
en los cielos
los rostros
que imaginaban
nuestras mentes.

Era tan infantil
nuestra filípica
que los silencios
hirientes,
nuestras risas
sacudían
alborotadas.

Nadie escapaba
al escarnio
de nuestros verbos,
ni las hadas
tan siquiera
que nos rozaban
altivas
tan orgullosas
de sus nombres
y los rizos
que rizaban
cada paso
con cada una
de sus pupilas
indiferentes
con escondidos
secretos,
tesoros,
jaleas
mermeladas.

Bajando
en el ocaso
al puerto,
cada mástil
sin un barco
ni travesía 
añorada,
cae del cielo
o de la nada
el cruel infierno
en la hora baja.

Ni el deseo
ni el amor
deshacen
el granito
de la garganta.

Pueril silencio
y los bolsillos
con casi nada:
un mechero,
unas monedas
y la arrugada
servilleta
que servía
de libro
donde leer
en blanco
la linea azul
en los dedos
de tu palma.

Con un chasquido
pasaba del día
a la noche
entre cafés 
y aleluyas:
tertulia
que dejaba
en la mesa
una mancha.

Si quedaba
calderilla
rompíamos la hucha
para saciar
nuestra ignorancia.

¡Ni sed de saber
ni feliz
bienaventuranza!

No hay nada 
más sutil
que la frágil 
daga de 
tus pestañas.