Milamores es la hierba de San Jorge,
en su pétalo lo roso se colora
de belleza que se aseda y la enarbola
con colores que asemejan ababoles.
El aroma de finísima fragancia
nos devuelve la alegría con su gracia.
Lo importante de la larga travesía
es lo bello y lo sencillo que nos rodea,
y las cosas pequeñísimas nos enseñan
que agradar por agradar es tontería.
La virtud es liberarse de los pesos
con que miran complacientes los espejos.
En el verde de los valles con las flores
que en el aire contonean su terneza,
es el tallo vigoroso el que mantiene
en un manto de bondad la inflorescencia.
Es perfume de los besos deseados
con el aura que en el valle se desliza
en los cuerpos, en el césped, con caricias,
el que acerca a la paciencia que se aspira.
Los amantes con las flores se dedican
a donar sus bendiciones, con sonrisas,
con cumplidos, con promesas, con deseos
coloridos de arcoíris, abrazados
sin relojes, sin sentirse presionados.
Esplendentes los jardines de quereres,
de tapices adornando milamores,
de verdad de los amantes amigados,
con la aurora sonrojada prometiéndose
en un beso en la florida comprenderse.