Me alejé de ti, de nosotros,
consumido por las sombras de la noche,
de la pálida luna seductora
que meciéndose en menguante
se rio de mi.
Me alejé por no querer encontrarme
buscando en la foresta los esteros
del agua que saciara aquella sed.
Me distancié sin pararme en la senda
sin náyades del río que cruza la tristeza.
Bebí en la copa el vino del destierro,
en un sueño licencioso me sumí
y comprendí lo efímero,
lo fugaz del sentimiento y tomé
el aire de la brisa de mi hogar.
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