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La mar es una sábana estirada
que hubo Dios alisado con sus manos,
soplando con sus labios soberanos
allanaba la manta replegada.
Sin los pliegues del mar en mi mirada
se extiende el horizonte sin los vanos
pensamientos, molestos y profanos,
que me visten con ropa muy plisada.
Desnudo me sumerjo en ese lago
que me acoge sin olas, sin el viento,
sin nada que le impida claudicar
en azul a mi ser y me deshago
de todo liberado, sin aliento.
Pacífico me fundo con el mar.
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