Cada día que andamos juntos veo,
entre glaucos tapices, el reflejo
de tu figura que anda separada
de la mía y te escucho atentamente,
atención que mereces cada día.
Agradezco que dejes que acompañe,
entre el muro infinito, los tus pasos,
pasos tuyos y nunca míos, tuyos
haciendo con cadencia tu camino.
Camino paralelo solamente
unos minutos, son tuyos y míos.
Momento que consagro, lo bendigo,
igual que las estrellas enaltecen
cada noche a la luna, luna llena;
se aluza la sombría de Sol que siempre brilla.
Refulge tu figura iluminando
a mi alma vagarosa solitaria;
soy la noche sin día que perdía
la precisa y la justa perspectiva.
Al separarse nuestros pasos veo,
tú encumbrada, a Selene que aureola
tu talle refulgente, tu finura.
Yo comprendo humildoso que tus pasos
y los míos dibujan diferentes
caminos y me marcho solitario
con mi sombra y el tenaz trinar del mirlo.
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