https://www.astropampa.com/nov-3069.htm
No era aquella la noche con estrellas,
nublado estaba el cielo
sin las constelaciones,
sin cinturón de Orión, sin las alulas.
Había luna, luna blanca
sin su mantilla, sin alhaja alguna.
Una noche de luna que menguaba
deshaciendo su lleno con el cielo,
que negro se coló con el destino,
bautizada con agua de la lluvia.
La llovida escondió entre los paraguas
el saludo que siempre recibimos,
escaparon suspiros nebulosos
de Universo en su centro conocido.
Solitaria Selene brillaba,
descosía el ovillo de Ariadna.
Ambos puntos separaba el laberinto,
sendas anduvieron separadas.
Espalda dando la espalda
sin aliento que mira a los ojos,
sin humo de tabaco que tapa el miedo,
sin fugaz cometa.
Sin cuerpos celestiales, sin estrellas,
con la luna, con nubes de pereza,
evitándose dos los asteroides
que quieren no chocarse
ambos contra la Tierra.
En el aire flotaban las frialdades,
sin flores olorosas, sin la rosa,
Sin bello Cosmo,
sin color, sin la orquídea
—flor del hombre desnudo—;
el gélido destino cerraba los caminos.
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