19 junio 2014

ORIGEN




Algunos de los temas en las películas del director inglés Christopher Nolan son el mundo de la mente, los recuerdos y los sueños. Lo mental le ha servido para hilvanar historias donde sus protagonistas tienen, además, alguna cuenta pendiente. Son personajes entre atormentados y atados a algún acontecimiento que les hace volver, una y otra vez, hacia atrás para tornar, como Penélope, a destejer una realidad que se diluye igual cuando los sueños nos transportan a otras vidas y en el momento más álgido, caemos y despertamos con retales que deben ser, por contra, cosidos de nuevo.

Recordemos el personaje de aquella historia donde lo real y lo intangible se confundían en una atmósfera recargada y pesada, el desmemoriado Leonard Shelby, interpretado brutal y excelentemente por Guy Pearce, de la icónica y maravillosa Memento.

El pasado nos define en el presente en el que somos, en quienes estamos siendo. Cualquier futurible es fruto de la imaginación ya en forma de sueños, ya sea una planificación acorde a un propósito o puede ser fruto de un trauma (físico o en el alma). Los resultados de ese terno son impredecibles. Solamente un arquitecto es capaz, sobre los planos, proyectar la ciudad con sus parques y edificios, en un futuro que verá, desde su presente, al nuestro como el pasado.

Inception, en España se estrenó como Origen. Es una película donde Nolan vuelve a proponernos una historia llena de recuerdos, de sueños, de tormentas (y tormentos) ontológicas, de redención y de la consecución de un objetivo para obtener una dicha.

La mente no solo acumula sueños. También hay magia, prestidigitación, truco, habilidad y la siempre aparente ilusión. Todas forman parte de las historias del director inglés. En el filme El Truco Final, por ejemplo, lo giros de tuerca vuelven a aparecer adornados de una fatal competición por el mejor engaño. ¿No es la magia un sueño reparador envuelto de sorpresa que nos reconcilia con la realidad por unos instantes?

Precisamente Origen es un truco, un engaño urdido donde los sueños y la mente con sus recuerdos se entretejen, se enredan, se hacen un bolillo. Nolan venía de triunfar con las dos primeras películas del universo oscuro y maldito del triunvirato de Batman. Nos traía una propuesta, tal vez, calculada desde el enredo y la ilusión; lo onírico y su propósito se pergeñaba desde la racionalidad de un plan. Una arquitectura, una estratagema en forma de laberinto, tenía que construirse para robar unos secretos industriales.

Origen contaba con un elenco más que sobresaliente y un presupuesto muy importante (160 millones de dolares). Muy lejos quedaban los seis mil euros de la primera cinta de Nolan, Following, y los 5 millones de Memento. Solamente las dos últimas partes de la Saga del Caballero Oscuro tendrían superiores presupuestos. Origen recaudó más de 825 millones de dolares.

Si alguien ha visto Origen podrá convenir que la fotografía es excelente. Hay momentos realmente increíbles. La conjunción de la técnica del retrato con los efectos especiales hicieron a esta historia de ficción merecedora ganadora de los Óscar a ambas disciplinas: Fotografía y Efectos Especiales.

Origen obtuvo dos estatuillas más: Montaje y Mezcla de Sonido.

La Banda Sonora estuvo a cargo de uno de los “fijos” de Nolan, el compositor Hans Zimmer quien, por ejemplo, ha puesto música a filmes como Rain Man, Thelma y Louise, El Rey León (por la que recibió el Óscar), Gladiator o King Arthur (para mí, la mejor recreación en el cine del mito artúrico).
Origen tiene unos actores y actrices sobresalientes. Pararse en cada uno de sus protagonistas y secundarios nos llevaría muchas líneas. Aunque sí voy a dar preeminencia a las dos protagonistas, la francesa Marion Cotillard y la canadiense Ellen Page.

La Cotillard es un portento en su profesión. Ella sola llena la pantalla, hace creíble los guiones, eclipsa al resto del reparto y embelesa con su inconfundibles sonrisa y mirada.

Ellen Page tiene arrojo, tablas y profesionalidad, como se dice coloquialmente, por un tubo. No se amedrenta la “pequeña canadiense” cuando actúa junto actores de la talla de la misma Cotillard (la gala, por cierto, se llevó un Óscar en 2008 por La vida en rosa, en detrimento de la canadiense por su papel protagonista en Juno), DiCaprio o Michael Caine. Ellen Page interpreta con solvencia a sus personajes, pecando a veces de sobreactuar. Es mi actriz icono, mi preferida. Admiro a Ellen Page. Estuvo nominada como mejor actriz de Origen en los Premios Saturn. Protagonizó Ellen Page la más que excelente Hard Candy.

Dicaprio cada vez me gusta más. Tiene a su favor que es un gran actor y que es un maldito para la Academia que otorga las doradas figurillas. Reconozco que en su aclamada película Titanic yo lo hubiera tirado por la borda antes de tiempo. No he visto su última película, El lobo de Wall Street, por la que recibió un Globo de Oro, pero interpretó con clase al Gran Gatsby.

Acabaré con mi siempre entrañable Michael Caine. Este actor inglés, para mi, es uno de los mejores. Aún recuerdo (se me dibuja una sonrisa) aquella película suya titulada Ejecutivo Ejecutor. Su más reciente Mr. Morgan's Last Love, es una preciosa historia con la que podemos disfrutar de este artista que llegó a interpretar a Sherlock Holmes en la película Sin pistas. Es uno de los actores sistémicos de Nolan. Muchos lo conoceréis por su papel del mayordomo de Batman en la trilogía de El Caballero Oscuro.

Confieso que habré visto 4 o 5 veces Origen. Y cada vez me gusta más. Tiene escenas de un preciosismo apabullante. Una de sus virtudes es que deja a interpretación del espectador, en apariencia, la delgada línea que separa la ficción de lo real. El filme se mueve entre esos dos mundos, lo consciente y el inconsciente.

Los recursos del flashback (propios de la cinematografía de Nolan) vuelven a aparecer en este comienzo de algo que se emprende (Origen): un robo, recordemos, mediante una ilusión que se sirve de los sueños. Los recursos narrativos son claros aunque hay tretas que pueden cambiar el desenlace figurado de la historia: solamente diré (spoiler) que el vestuario de los niños que interpretan a los hijos de DiCaprio puede darnos mucha (¿o no?) información. Por lo demás la narración de los hechos, incluso con sus idas y venidas, están magistralmente realizados.

La única manera de no perderse, de discernir entre los dos mundos, es por medio de un tótem. DiCaprio, el protagonista principal, hace girar un trompo (su tótem), si este gira sin parar significa que está dentro de un sueño. En cambio si ese girar finaliza tendrá la certeza de estar en el mundo real.

DiCaprio no se debate entre un recuerdo vivo, con personalidad propia, de su esposa, y sus dos hijos a quienes no ve por estar huido fuera de su país. DiCaprio, desde el principio orquesta un ardid de sueños dentro de sueños, para poder pagar su libertad y estar con lo único real, en apariencia: lo que queda de su familia. A mi modo de ver, la dialéctica entre el recuerdo de su esposa (Cotillard) y quien desea arrastrarlo a la realidad (Page), es muy desigual. A veces, lo que más se quiere es, eso, recuerdos, fantasmas, imágenes que nos aislan, que nos apartan del mundo.

Si no han visto Origen, háganlo. O les gustará mucho el filme o lo despreciarán. No hay término medio. Pasa como los vinos en las catas ciegas, con los excelentes y con los pésimos. Unos y otros hay quien los confunde. Incluso reconocidos sumilleres.


http://wwws.warnerbros.co.uk/inception/mainsite/

Fotografias: https://secure.flickr.com/