Siempre
mirándote.
Tú tan lejos,
lejos de mi,
en ese rincón
cada día escondida
sin que te pueda versar,
sin que pueda tener de ti
la brisa de tus labios, tu voz,
la sonrisa gentil que tú regalas,
amaneceres de tu bella mirada,
cada suave tacto de tus dos albas manos,
tu fragancia finísima, que es aroma de tu alma.
A un vacío he caído que me lleva a un precipicio,
al vil caldero donde queman las llamas del averno.