Cierto es el dibujo del sonriso,
inédita bondad, endulzada alegría,
en la abierta mirada.
Risa tan sincera sin la losa de premisa,
tranquila, confiada,
observando los soles un suspiro.
Elegante regalo de la vida
sonrojando la mejilla.
Que lento pasa el tiempo,
un instante se hace eterno
en la noche tan imperecedera.
Nunca la brisa esconde
ungir su sosiego, su calma,
nutre terneza amantando
carantoña que apacigua la tristeza
alisando los frunces del alma.
Debo buscar la espesura,
encontrar los alisos,
buscarme en el preclaro manantial
íntimo en la recóndita foresta.
Quiero cada poro de esta piel
untado en verde oliva de la selva.
En el óleo sagrado de la luna
redimido de todos mis pecados,
emboscado por el céfiro,
rescatado en un parnaso
titilando en el azul
en la armonía de la tierra.