Diana Cazadora en Paseo de la Reforma en Ciudad de México
Te concedo o regalo la distancia
del tiempo y voluntad que nos separa,
del eterno reloj que no se para,
de normal y de justa equidistancia.
Sin pensar te concedo sin jactancia
la justa lejanía que te ampara,
escondida detrás de la mampara,
y marcharme de aquí con elegancia.
Es menester actuar con gallardía,
coger el arco con tesón, tensarlo
y apuntar sin que nada te coarte.
Si quieres tú querida lejanía
hazlo solo sin más y sin pensarlo,
créelo nunca quise yo ganarte.