05 agosto 2016

El divino destino






Dios se hizo pústula

y esculpió el aliento con sus manos.



Dios bajó del Cielo

y pintó de nubes la perpetua edad.



Dios legó en la orilla

la mortalidad que baña nuestros pasos

y donó la vejez a lo efímero.



Dios se mofó de nosotros

y pasó de largo dejando la tormenta.



Dios se fue

y murió en nuestro intelecto,

su herencia es una torre de babel

donde nadie entiende a nadie.



Dios ascendió a su nube gris

y rezumó la lluvia ácida

que abrasa eterna

las finitas almas.



Deshojó el amor
 
en mil embustes.




Una vanidad que se esfuma






Se deslizan calmas las velas
en el sereno mar y lanzan las redes a sus olas.

Levita la brisa y el eco de la caracola 
se mezcla con las primeras luces del día 
que irrumpe, entre espuma y arena, 
como un manto de granito
que se aferra a la lenta existencia.

Encerrado en la Bóveda pesa esta ingenuidad 
que se ahoga como el mar en la orilla.

Temo dejar de respirar y partir como la nao
que hundida, encontró en la sima su buen puerto.

Se desliza el tiempo como un susurro
y mis dedos amarran el aire
como una vanidad que se esfuma.

Enciendo el último cigarro 
y a lo lejos la mesana guía mi destino.



Sin palomitas

Fotografía: https://enfilme.com/ En las mayores de las ocasiones la ficción ya supera a lo real con la fuerza que se oculta tras la cámara. ...