06 mayo 2015

NO HE PODIDO EVITAR


photo credit: Kiss Me via photopin (license)



No he podido evitar
mirar tu negro pelo
y la sombra que asoma
de tu cándido seno.
 
Tu mentón es de diosa
y las palabras puro verso 
que tu paladar empujan.

No he podido evitar
buscarte con la mirada,
escudriñar el lóbulo 
y ver el aro 
en forma de triángulo
del Gran Oriente 
y perderme en el ritmo de tus labios,
carne ardiente.

No he podido evitar
rozar mi pelo con el tuyo,
respirar tu mismo aire
y claudicar ante ti. 
Me embeleso en tu donaire 
soñando que soy tuyo 
sin ser tú de mi.

No he podido evitar
confundir tu ternura,
corromper mi alma,
besar tu mejilla,
y aun así lo tomas
con calma, sin tener en cuenta
lo que no he podido evitar.




En silencio y a destiempo






Quiero vomitar las palabras calladas
que escondidas en un volcán
eructan nuestro veneno.

Quiero arrojar, 
abriendo amplias sangraderas,
la letra abrasadora,
el verbo silente,
la hora muerta que me abre en dos
con la bruna tinta
que te nombra sin nombrarte.

Fui callado y calmo ponto
ahogando el momento
en que quise dar
el verso que me consume.

No es cierto que escondamos dos verdades,
tu tiempo y mi silencio,
ni que para todo mal
sea esa la certeza.

No es cierto que dos mitades se junten.

Antes es verdad, lo separe tu buen Dios
o el más cruel de los humanos,
que lo desgajado no hay quien lo una.
Es un delirio.

Antes quiero expulsar este absurdo volar sin alas.
Remontar el 
callado río
que no me lleva a tu océano.

Quiero la luz de otro fanal,
deshacer los zarzales, 
quitar al tiempo los disgustos,
borrar del silencio tus deseos.

No quiero ser Ícaro 
cayendo en mis despojos.

Es, sin embargo, tan dulce la ponzoña
que a destiempo y muda te idolatra.




DEL BARRO DE MIS COSTILLAS


photo credit: La Creación de Adán via photopin (license)



Cambiaste aquella visita a mi Panteón decidida
a buscar entre las flores rozagantes, perfumadas,
amarillas como el Sol, cuadros del recuerdo
pegados en frías losas, por los siglos de los siglos.

Buscaste ancestros entre rejas de la tierra
o en cemento del nicho sin claveles ni menciones,
con vacíos panegíricos rodeando largos cipreses
y soterrados ataúdes, por los siglos de los siglos.

Cambiaste mi fiel deseo de seguirte, de encontrarte
adivinando efigies, acompañando en silencio
entre inmaculados mármoles tu silueta,
tu sed de saber (mar agitada en atolones de amargura
que emponzoña melodías).

Cambiaste eso por el ágape en silencios,
por la última cena sin doce discípulos,
ni Ángel, ni Miguel Ángel que pintara Sibilas
o el lienzo de tus entrañas.

Cambiaste eso por la amelga donde esparcidas simientes
germinaron, del estiércol, un ángel nacarado
presto de tus atenciones en un turbio pentagrama.

Cambiaste mi unción y con óleo de mis dedos
te acaricio poesías escapando de mi alma
al añil (huero cielo), versando como un canalla
desde mis adentros (honda gruta disolviendo ecos).

Cambiaste el libro de rojo hilo mientras la muda Eva
invocaba con la mirada rayos, truenos y la lluvia
y silencios de costillar pintando el canto del mar
con rayitas de desprecio, ahogando en la pleamar lises
en gotitas de veneno.

Cambiaste buscar a Adán por espinas del rosal.

Del barro de mis costillas brotan rosas y no espinas.




Sin palomitas

Fotografía: https://enfilme.com/ En las mayores de las ocasiones la ficción ya supera a lo real con la fuerza que se oculta tras la cámara. ...