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Ahogado en la tiniebla del silencio,
escondido en la tibieza de la noche
a Selene perseguía en el camino.
Se ennudece el firmamento de repente.
Amareado por las olas de tus soles
que me observaban con el iris penetrante,
con la clemencia de reojo de tu vista,
con tu llovida me allegué convaleciente.
Hechizado por tus soles tan brillantes,
endulzado en la melaza de tus labios,
en la brisa que respiras me atalanto,
me sumerjo en el abismo de tu mente.
Hilvanando poesía con mis dedos
que te siguen, te dibujan un boceto
de encarnada y sin igual geometría.
En el aire te respiro complaciente.