El mar es lago, balsa, está pacífico,
lo mismo que una sábana estirada
encima de una cama bien tendida.
Rebotan en el agua los rayos del Sol,
regurgita su ruido el autobús
mientras paso al costado del olivo
cubierto por su nube
envuelto con la seda de la brisa.
Se acompasa mi sombra con mis pasos
y sueño con cruzarme con Ana en el paseo.
Me detengo observando el horizonte.
Por un momento escucho yo el silencio.
Muy sincera se esboza mi sonrisa.
Las ráfagas del cielo se difuman.
Tantas horas perdidas dejo atrás
en parques que la noche regaló
sin ocasión de ver amanecer
día alguno con quien perdón pidió.
Está la mar en calma.
Retomo mi camino
aromando vapores de salitre
que la mar me regala bondadosa.