22 junio 2014

SIN BANQUETE EN UN BANCO


Fotografía: https://secure.flickr.com/photos/pasotraspaso/6237391353/lightbox/

Andaba pensando 
en los colores del Cielo,
los de claras mañanas,
en celestes 
pegasos de hierro 
que no vuelan,
sino navegan 
por alquitranes 
entre continuas
rallas pálidas 
en mares de negra lava.

Taciturno, desacompasado,
atravesando plataneros 
que me llevan a la niñez,
que majestuosos dejan sus sombras
en este nuevo estío 
con sus primeras nubes,
en un domingo con celebraciones
después de hacer mi trabajo.

Paseando, ora en línea recta, 
ora caminando en zigzag 
para no encontrar otros hombros,
otras caras. Pensando en que sé yo sopa boba,
dejando tiempo atrás los Arcos,
los árboles, el paseo, la avenida
con su acueducto, sus mesas y sus sillas
en absoluto abandono de alegrías, tristezas,
casi con la mente en blanco,
pensando en que sé yo. 

Enfilaba la penúltima
recta. A mi lado había velas, 
jardineras, la mole de piedras 
que parece un barco.

Y una niña 
casi de blanco,
sentada en un banco 
con sus padres,
jugando, de pie, 
estaba su hermano.

Hoy ha hecho, la pequeña, 
su primera comunión 
vestidita de crema. Inocencia
con su carita que tenía una tristeza.

Quiero pensar
sí, lo deseo, 
que no era tal,
solamente tranquilidad
paz, alegría
o que sé yo. 

Amén. 
Así sea.

En estos tiempos de grandes fastos 
y de pobrezas, de quienes buscan 
entre las pieles de plátanos
mendrugos duros o blandos 
entre bolsitas del Alcampo, 
del Mercadona, del Carrefour, 
del Dia, sea un lunes o un sábado,
en los domingos bulliciosos 
en los martes casi apagados. 

Buscan entre basuras
dejando vergüenzas, 
o que sé yo, a un lado. 

Buscan puchero, y papeles
para vender a peso. 

Hay quien fuma las colillas 
que atesora en una bolsa,
los hay que, tal vez
dejan pasar los días
con sus noches comiendo aire
pensando en la sopa boba.

Esta época, con sus atrasos, 
con niños que comen
bien en los colegios 
mientras sus papás
no encuentran trabajo, 
y quien lo tiene
lo hace a destajo 
con pocas horas,
con sueldazos de pobre 
desgastados sus zapatos.

En su primera comunión,
esa niña, como otros,
no tiene banquete, 
ni sardinas ni regalos.

Sentadita en su banco 
con sus papás y su hermano
en un atardecer 
de un domingo con sus nubes,
con su medio Sol,
yo volvía del trabajo.