I
Vals
sin intérprete, sin música.
II
Si
suspira la melodía allá vamos
dejándonos
de máscaras
con
la complacencia del pensamiento
arrullando
el aire.
III
Con
los primeros compases, los
de las gráciles caricias,
somos
bailarines que giran con
la olvidada inocencia
con
la que mimas las
horas que se hacen
tiernas,
eternas, displicentes
a la vulgaridad y a la vuelta de tuerca, esos enroques nocivos
a la vulgaridad y a la vuelta de tuerca, esos enroques nocivos
que
abren las brechas de
hondo orificio de
sal.
IV
Sales
al mundo con
la pauta del compás con
la melodía de áurea
sonrisa
tímida y
del gesto adusto que
esconde las lilas, los geranios,
las orquídeas, las rosas, los claveles, los tulipanes,
las amapolas con la fragancia de
escasez,
desnudez de
las palabras
que
casi no salen: sigilosas, sibilantes, sinópticas,
síntesis
de explosiones amagadas
en un parterre
del
que sólo tú
sabes o no sabes.
En
la distancia,
¿quién
osa lo insondable conocer?
V
Amplia
torre,
no
hay guardianes
ni
nóveles caballeros
ni
damas bisoñas que sepan latín.
Cualquiera
habla
en
Babel
o
en Babia.
VI
Amazona
con
la sutileza
de
quien esconde
un remanso
con
sombra,
oasis
y manantiales
con
los púrpuras
de
pequeñas palabras
agudas, sabias,
santas
como un cáliz
a
punto de derramar
la
sangre para
salvar un mundo
que vira sobre si mismo
dando
vueltas
perdido más
allá de los bordes,
de
los cantos,
de
los cadenciosos ríos.
VII
Y
hablas música,
respiras
melodía y
el averno florece
de
luces, de
luceros,
de estrellas que brillan naciendo
de las cenizas un vergel.
de estrellas que brillan naciendo
de las cenizas un vergel.
Tú
eres santa armonía.
Un
Sol de trenzas
que
se acerca y en la memoria
ocultas de pasada, de soslayo.
ocultas de pasada, de soslayo.
Cítaras,
laudes,
rimando
ternura.
VIII
Si
se acaba este vals,
¿quién
dijo poesía?