La
sonrisa del iris en tus ojos,
con
tu alto porte tan sencilla,
y
cada verso que recita
el
sosiego de tu largo día
me
despiertan la lenidad y la sonrisa,
expulsando
de mi hueco los enojos.
Con
el gesto amable que respiras
se
allanan las montañas
saliendo
el Sol por las ventanas,
mudando
las noches en mediodías.
Se
acalla el silencio,
se
aclara el turbio arroyo
que
pinta admirable tu sonido.
Y al compás de las caricias de tu alma...
...con
la rama en su pico,
tan
alba y bruna
la
urraca hace su nido.