Pasan rápidos los días
con ese extraño sabor
que te dejó el sinsabor
de aquello que pretendías.
En tus labios cerrados escondías
con acedo regusto de amargor
la tristeza sincera que tenías,
como un cuadro sin lienzo ni pintor,
como un Sol apagado sin calor.
Pasaba rauda la noche,
no titilaba la estrella
esa danza que destella
sin luna poniendo el broche.
Con la oscuridad se sella
en la muda medianoche
el rumor de la querella
del astroso sacrismoche
que fastidioso resuella.