Rasgó el aire la voz,
la mirada, el pensamiento.
Un trueno me golpeó,
me despertó
y mil flechas de relámpago
atravesaron el vacío.
Mi alma se veía atrincherarse,
evitando el círculo que no se cierra.
Un eco hizo el granito arena,
un duro acero ciñó mi mente.
Flotaba témpano a la deriva.
Y cada noche soñé despierto,
escribiendo un episodio contigo
en el libro en blanco que nunca leerás.
