Alegoría de la vanidad, de Antonio de Pereda
Queda chica la letra
cuando se estira el verso,
cuando queda la estrofa
vestida de azul cielo.
Es insignificante
la idea que yo dejo
grabada entre las nubes
y dada como un beso.
Nunca tendrá importancia
el metro que el acento
apunta con su tilde
y refleja este espejo.
Es síntoma evidente
que en este testamento
lo escrito queda dicho
y se lo lleva el viento.