Lene e inmaterial
es el veneno de la insana vesania
deslizado en mil ideas,
delineando la furia
en puntos en una vasta
línea de fatalidad que percibe iglesias
en la cúspide del cielo.
Sacrílegos juntan
las palmas, y el verbo expele
el salmo tan íntimo
que ahoga la falsa ventura
anunciada por el lóbrego ángel de la noche:
el Cielo, in illo témpore, trazó falsos astros
y rugieron gañidos los númenes.
Si Berkeley resucitara
elevaría un altar ideal y empírico
donde tapar, piadosos,
con flores marchitas la oquedad
de cada mechón con aritmética
y álgebra trasplantado,
igual que el jardinero diligente
ordena en las macetas finitos cepellones.
Es lo que tiene cultivar la puna:
hay espíritus que son puro barbecho.