Si
lo único
que
nos pertenece
realmente
es
el tiempo,
tiro
por la borda
todo
y nadaré
mar
adentro.
Si
lo único
que
nos pertenece
es
el viento
reitero
lo dicho,
y
moldearé sin ti
un
momento.
Un
momento
preciso,
hoy,
en
el firmamento,
en
un instante,
pintando
el cielo
en
un adiós añil,
subiendo
a tu ventana
y
robar el don
que
no obtuvimos,
el
que nunca
nos
concedió
el
dios gentil
al
que rezas
sin
fe en ti,
sin
escuchar
lo
que dicen
tus
palabras
tan
vacías,
tan
llenas
de
nada.
Si
lo único
que
nos queda
es
la nada,
moldearé
en
barro
tus
entrañas
y
soplaré
el
desamor,
te
haré montaña,
plantaré
en ti
la
semilla
del
silencio
para
que el aire
acaricie
mudo
las
silentes hojas
en
tu afónica foresta.
Desde
lo alto
te
alimentará el Sol
con
mis callados versos
de
nubes, de lluvia,
de
azul, de Luna.
Es
lo único
que
no nos pertenece,
el
tiempo
que
nos precede,
que
nos robó
realmente
eso,
el
tiempo
que
no nos dimos.