24 agosto 2014

A VUELTAS CON LOS SELFIES



photo credit: Lotus Carroll via photopin cc

Recientemente los selfies han vuelto a estar de actualidad. Un tribunal ha sentenciado que un mono que se hizo un autorretrato no tiene el copyright de ese autobombo que se prodiga a diestro y siniestro. Incluso el diario El País publicó hace unos días un artículo sobre la extensa tipologia de selfies :(http://elpais.com/elpais/2014/08/14/icon/1408006998_560104.html).

El ser humano siempre ha sentido una cierta necesidad por retratar la realidad, incluso lo onírico. El retrato de otros es una constante en la historia y el autorretrato ha proliferado de manera prolija gracias a las nuevas tecnologías incorporadas en los teléfonos móviles. ¿Quién no ha sucumbido al autobombo de verse perpetuado con una foto? ¿Quién no ha sentido ese efímero placer onanista de gustarse - y gustar - con un clic?



photo credit: davejdoe via photopin cc


La autofoto es una constante de autoafirmación y una carta de presentación en ese mundo virtual de las redes sociales. El selfie en si mismo hace de escaparate de aquello de nosotros que, en nuestras entendederas, merece ser resaltado. Así hay quien se retrata el careto para mostrarse al mundo, hay quien se retrata los glúteos para compartir los dones que la naturaleza le ha concedido, hay quien se retrata en compañía y los hay que desean inmortalizar un momento único e irrepetible.

Ya en su día arremetí contra esa compulsión por enseñar la jeta en una instantánea, incluso expresé que detrás de esta imperiosa necesidad del autobombo hay carne de cañón de consulta psiquiátrica, (véase http://joanfran391.blogspot.com/2014/05/selfie-mas-que-un-autoelogio-en-forma.html).

La obscenidad y el mal gusto resaltan en los selfies, valga a modo de ejemplo, aquel que encabezaba la entrada que escribí hace meses donde un tipo se retrató junto al cadáver de cuerpo presente de la que bien podría ser su abuela. O si alguien gusta puede ver por Internet la proliferación de fotos de adolescentes semidesnudos cuando no en situaciones donde lo íntimo deja de serlo.



photo credit: Lotus Carroll via photopin cc

Una tal Rebeca Brown de 21 años se ha autorretratado durante seis años para mostrarle al mundo los efectos de su enfermedad. Cito textualmente: Brown padece tricotilomanía (TTM), un trastorno del control de los impulsos que lleva a quienes lo sufren a arrancarse el pelo de forma compulsiva (el nuevo Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales -DSM V- lo incluye dentro de los desórdenes relacionados con el Trastorno Obsesivo Compulsivo -TOC-). (El País, http://smoda.elpais.com/articulos/tricotilomania-seis-anos-de-selfies-arrancandose-el-pelo/5201)

Sigo pensando que detrás del selfie hay amplio espectro que va desde lo ególatra, pasando por lo narcisista y acabando en un verdadero trastorno de la personalidad. Y esto último no lo digo solo yo, la Asociación Americana de Psiquiatría considera que la adicción al selfie es un trastorno mental. (http://segurosmexico.mx/2014/04/04/asociacion-americana-de-psiquiatria-lo-hace-oficial-selfie-un-trastorno-mental/)

Pero claro, siempre hay quien gusta regodearse en su locura creyendo que es un morador del Olimpo. Así les vaya.