Es el Domingo un día de descanso
de acabadas tareas,
de obtener el legítimo remanso,
de jamar las jaleas.
Es un día de andar por los caminos
fijando bien la vista
en agrestes paisajes montesinos,
en la flor colorista.
Es jornada de no perder detalle
de aquello que tengamos,
de acariciar despacio el bello talle
de lo que más amamos.
Es tiempo de sentarse en avenidas
envueltos de arboleda
olvidándonos de idas y venidas
en sombra de aliseda.
Es domingo, es jornada de pararse
en medio del camino
y el cielo azul mirar y remojarse
de Sol adamantino.
