Fotografía de Pinterest
Me detengo en el medio del camino
contemplando a lo lejos la foresta.
Voy cruzando por matas de ginesta
pienso yo que será ese un buen destino.
Con mis viandas transporto un recio vino
que pude yo adquirir en una apuesta,
no iba yo a cometer la más funesta
confusión de eludir un caldo fino.
Embriagado de tinto correoso,
tropezando con piedras y malezas
me adentré despistado en esa selva.
¡Qué vergel, que jardín aquél frondoso!
¡Qué arbolada vestida de rarezas!
Mi espesura tan densa allí se enselva.
Sin perdón que me absuelva,
anduve a cuatro patas, resbalé;
no podía sacar del lodo el pie.