Ese día miraré tus ojos,
diré te amo muy calmo
convencido de las palabras
que me regales.
El día que las manos
se besen como se besan los labios,
nacerá del paladar un mar,
un océano, que una nuestro archipiélago
de deseo, de amor sano, hermoso,
pintando de sonrisas los ojos
que se reconocen cantando un salmo,
creciendo juntos como un álamo
tocando el cielo.
El día que caminemos juntos
por los montes y sus veredas,
por los caminos de los pastores
que guían las estrellas,
seremos firmamento enamorado bailando,
tomando el desayuno frío de los sábados
y el caliente café que sonríe en su aroma.
El día que seamos un nudo de abrazos,
desataremos los lazos que nos ataron
a la desdicha, el desamor y la tristeza.
Seremos libres de volar como los pájaros,
abatiendo alas, y acabar posándonos
en la rama del querer,
del amor, de la entrega sin condición.
Seremos bastón cuando caigan
nuestros años, bastión,
corazón que va latiendo muy despacio
esperando en un adiós vernos
y escondidos entre las aves,
volar nubes,
condensar el espacio,
crear un mar donde more
la memoria eterna
que sellaron nuestros labios.