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Negros cuervos se ciernen con su luto
volando desde el cielo del vacío,
en infierno cocinan largo ayuno,
vuelan alígeros su largo hastío.
Arrancan con sus picos las raíces,
picotean maíces mientras roban
vigilantes, con sendos negros ojos,
los perojos menudos del peral.
¡Hambre! ¡Hambre!
Quiero comer, madre.
Los niños sueñan con los arvejales.
Negro cuervo sin hambre ni avatares,
sin saber de abecés y de integrales,
refulgen en sus buches sus collares.
¡Hambre! ¡Hambre!
Solo se nutre el hambre de los sueños
arrastrando la suela en yermo suelo.
El hambre sueña rollos y arequipa,
jamar los niños sueñan los trigales.
El cuervo hambrea la vacía tripa
y engulle la alborada con la brisa.
El cuervo se atraganta en su saliva.
Obsequian el hambre nigérrimos cuervos.
El maná regurgitan de sus buches tan llenos.
Mayo 2015-Octubre 2025
