Aquí sentado contemplo
amaneciéndose el día,
enfrente veo la mar
con lacia melancolía.
El trinar de los gorriones
de chirriante melodía
y el susurro de las olas
rompen la monotonía.
Las golondrinas planean
perfilada lozanía,
la brisa suave se acerca
con su asedada caricia.
Las gaviotas en la arena
desayunan con pericia
y el Sol tímido se asoma
con su luz a mi acedía.
Chocan olas en las rocas
con su perfecta armonía
y mis sentidos absorben
la preclara alegoría.