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En mis manos se retuercen las raíces
que se estiran arqueadas con el Sol
y en las sombras escondidas se deslizan
asentado su tocón en el terrero.
Es un árbol que decrece y se sumerge
en el suelo con ramaje tan escaso,
sin las hojas, sin el verde de los bosques,
sin la savia alimentando su follaje.
Es el sino de la Moira malhadada
que la vida nos reparte a los mortales
y la Parca reservada nos portea
en la senda a la foresta silenciosa.
En mi manos las raíces se han fijado
encorvadas que se enroscan en elipse,
infecundas sin el fruto pretendido,
sin el agua que anhelosa las asperge.
Sin rocío que embellece las mañanas,
sin la luz que las salpique y las empape
de energía bondadosa a su cazumbre,
se retuercen en mis manos las volutas.