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Me detengo en el medio del camino,
me paro y así contemplo
los jardines que están tan mal cuidados
y, aun así, nos ofrecen su belleza.
Yo despacio camino en la mañana
con descanso nacido bajo el brazo,
con un pan que recién caliente está hecho
y pellizco con hambre sin saciarme.
Me dirijo al que siempre es mi destino,
con árboles que forman la arboleda;
su sombra me cobija del calor
con pobreza que entró por la ventana.
Me he sentado en un banco,
en mis manos un libro se desliza
y releo. Andando van los otros.
Con los ojos cerrados me distingo.
Me incorporo y camino contemplando
la luz que me regala la mañana.
En mi alma los recuerdos se retuercen
cuando te acompañaba licencioso.