Cierto es que soy un raro.
Puede que sea yo una ingenuidad
o que vaya de sobrado.
Sinceramente lo uno y lo otro igual me da.
No me cambio de zapatos.
Me incomodo
(lo admito),
aunque sea de soslayo.
Perra gorda si la hay,
que la guarde (si es que alguien la ha ganado).
Continúan
llenos aún mis bolsillos de nada.
No padecen de escasez,
solo del peso de la insoportable
levedad
del ser.
O no ser,
esa no es la cuestión.
Somos almas
que arrastran un cadáver.
Tristeza.
Emoción.
Somos sombras
que transitan.
Somos muerte
y somos vida.
Somos los zapatos
que se desgastan
cuando caminan.
Somos aire
que respiramos.
Somos Luna y Sol,
somos humo de tabaco.
Somos poco y tanto.
Nada algo es:
nada y algo.
Nada somos encanto, Dios lo sabe
y el Diablo.
Somos invitados,
somos anfitrión.
Somos quienes somos,
lo sepamos
o lo calle
el buen Dios.
Nadie es para nadie.
Alguien es mejor.
O alguien peor que nadie.