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Redondillas y cuartetos
ellos riman abrazados,
serventesios y cuartetas
estos riman alternados.
Asonados versos suenan,
otros consuenan su canto,
nada es más entretenido
componerlo todo blanco.
Cada maestro en su libro
deja su buen subrayado,
tanto monta, monta tanto,
inmolarse en sacrificio.
Cuatro por dos me dan ocho,
por dos dividido, cuatro.
Sin rima y metro, libérrimo
yo lo compongo insondable.
Está acabando el poema
con un caluroso abrazo
que atado está con un lazo
como enredada uvayema.