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Mis columbres vislumbran a lo lejos
melodía que dulce te convoya;
suavidad por el alma que destilas
y me enseña la voz por ti entonada.
Se revuelve la noche en el albor
con las sombras que bailan cadenciosas.
Me arrastra tu palabra por la luz
y al secreto que guardas y que ocultas.
Es aquí que convengo lo real,
que distingo lo onírico del sueño
con que duermo los días que ingenioso
me transporta a buscar tu compañía.
Es así paradójico que busco
alejarme de ti con la distancia
y encontrar la verdad que determina
el perdón que pediste y me condena.
Es a ti, es a ti, que me alejaste
por andar en los muros sin permiso
de la selva que crece separando
los caminos dictados por el tiempo.
Es a ti que obediente me conduzco,
con las letras que escribo descortés
de mi vista desviando tus columbres
exclamando lo mucho que te añoro.