Asiendo
el cáliz
en el pórtico,
en el pórtico,
el
de la gran
efeméride,
efeméride,
mientras
ella espera,
impertérrita,
impertérrita,
a
que se abran las llaves
y las puertas,
y las puertas,
que
encienden las luces
y calientan
y calientan
las
bombillas,
como un preludio
como un preludio
del
día que aún no despierta
las
conciencias
y los sueños.
y los sueños.
Haciéndose
rogar él
con
la carga de la ambrosía,
inconmovible
ella,
como un busto,
como un busto,
deseando
que le perfile,
puliendo sus curvas
puliendo sus curvas
como
un frío mármol de lápida,
escribiendo
en letras negras
las
memorias,
los ancestros,
los ancestros,
que
descansan
en la soledad
en la soledad
del
camposanto
recibiendo al dios gusano.
recibiendo al dios gusano.
Larvas
en los pies
que hacen cosquillas,
que hacen cosquillas,
hasta
que él deja
el triunfo de su victoria
el triunfo de su victoria
presto
a pasar a la gran sala
tras
la joven
con erizadas montañas,
con erizadas montañas,
avecinando
un monte que refugie
el caliente Sol
en sus húmedas entrañas.
el caliente Sol
en sus húmedas entrañas.
Atrás el portal
que se cierra.
que se cierra.
Tres
gatos me miran,
mientras
mis pasos
marcan
las huellas
en
el camino, y
los
amantes se despiden
después
del mal trago
que
las prisas, con sus ansias,
desbordaron
mil mares
en
lo recóndito
de sus regazos.
de sus regazos.