18 junio 2014

SON DE ÁMBAR




A LO ALTO VEO

A lo alto veo, 
muy alto, 
de verdes 
y acres 
el horizonte.

Una línea 
que delimita un más allá 
donde nuestra vista se descansa
se cierra y dormidos
flotamos en el añil
con las nubes, 
con el aire,
con la grácil 
levedad que nos iza
hacia lo alto
donde lo adusto 
y lo frondoso 
se envuelven en azul
que se difumina en la negra noche 
sin estrellas.


Y AÚN ASÍ SONREÍAS

Hoy estoy inactivo
excepto cuando tintineo
el teclado del portátil
que compré a intervalos.

Hacía tiempo que no escribía,
a lo que no me atrevería si tuviera
perspectiva y sentido del decoro.

Como una ligera pluma mi mente 
imagina tu sonriente figura
adusta, seria, intransigente marchándose 
sin piedad, sin volver la vista
tu frente con un solo ojo
de Cíclope balanceándote en tu destino.

Rosas y fresas
veía en tu distante figura.

Se dibujaba tu sonrisa
añorada sin esperar
una mirada por tu parte.

Le quité importancia bajando 
mis párpados en silencio
sintiéndome como un atún 
chico en la almadraba. 


SON DE ÁMBAR

Te llamas como mi madre
aunque ella es la de los Dolores
y tú de la hispalense Macarena.

Con prisa y sin prisa caminabas 
a mi lado para acabar colgando de chartreuse 
una pulsera en mi muñeca y sentarnos.

Abrías con tus palabras el ámbar 
que acariciaba sensual el verde oliva 
que te observaba escuchando tu bisoño verbo
que has aprendido en un curso,
sin pinceles ni acuarelas, las tablas de multiplicar,
de como se lanzan las cañas
para alimentar con los peces
los estómagos de marfil y de caoba,
tu abecé, tu magisterio,
callejeando de sol a sombra en los verdes 
valles y entre dunas y me insistías si te iba a ser fiel.

¿Cómo no serlo el Sol León 
con el ámbar de tus lunas?