Un
breve suspiro
cegó
tu corto halago
sin
descifrarse nuestros ojos
ávidos,
tal vez,
de
curiosidad,
de
conocimiento
que
intriga,
de
miedo
por saber
que
hay detrás
de
esa puerta
y
esa fachada tan amarilla.
Sin
esperarlo
te
habías marchado
como
viniste,
corriendo
cruzando
mil
portales de vuelta
a
tu rincón dónde
no
te puede versar el poeta
cruzando
de mil maneras,
juntando
los pedazos,
cada
linea de tu espalda
en
un largo trazo
subiendo
con los dedos
allá
en la muda garganta...
...se evadía tu regazo.
En
cada paso
tímido
escribía
garabatos en tu pelo
deshaciendo
los rizos
de
la ceguera que espera:
el
verso de la ausencia
es
un lacio
acerbo
trago.