Se
dibujan las curvas
gráciles
en
el espejito
de
tu alma
henchida,
hablando
tu azabache
en
espiral
convirtiendo
en polvo
la
roca.
Mis
pasos
te
encuentran
con
la voz
sonora
cayendo
en los campos
la
fina lluvia:
ora
ababol,
mañana
será amapola.
Con
mil gritos
los
silencios
salen
silentes
creciendo
la espiga
en
la aureola.
Haya
Sol,
¡váyase
la Sombra!,
si
hoy canta
el
ruiseñor
para
otro
la
sopa boba.
¿Se
han abierto
las
nubes blancas
cayendo
desde
el Cielo
la
fuerza
de
una ola?
¿Ha
temblado
la
tierra
enseñando
la
raíz
del
abismo
al
que se asoma
la
congoja?
Han
trazado tus pasos
la
distancia exacta
dibujando
colorines
cada
poro de tu espalda.