CUANDO
ME VOY
No
son las palabras,
sino
el vómito,
ni
los actos
la
expresión excelsa.
No
sabría sin escupir
mirarte
a los ojos mi
alma entera.
Impávido estaba, había dos lunas,
discernía
lilas y verdes y sentía frío
ante el flotante
ante el flotante
peso
de mis despojos.
Mis
huellas en el azul
abismo rizaban la arena,
abismo rizaban la arena,
invitaba a las corrientes del mar
mientras en el cielo
mientras en el cielo
acariciaba espumas
y blancos
augurios
y salitre y algas y simientes.
Engullían tu
fantasma las rocas
buscando tu miel:
buscando tu miel:
París
tras la ventana.
Andaba y veía huyendo,
y el
sueño se deshacía en
motas de polvo,
motas de polvo,
en gotas que
golpeaban en los cristales
y me despertaba la lluvia.
golpeaban en los cristales
y me despertaba la lluvia.
No
está en los libros escrito
dejando huellas en la arena
o en el olor
de tierra
tras la lluvia renovando el alma
a cada paso,
tras la lluvia renovando el alma
a cada paso,
sino
en la náusea,
el
deber debido.
Ahora lo escupo,
no
lo olvido y mi
sombra
sale de mi
mientras mis huellas
mientras mis huellas
siguen
las corrientes
en
éxodo a un lugar
donde esconderme lejos
de gotas que golpean
donde esconderme lejos
de gotas que golpean
la
lluvia en los cristales.