Fotografía: Arturo Villarrubia
Rasga
tu vista el
aire,
seria
como el
adusto gesto
de
las miradas que
cortan
el
hielo con solo
mover
las pestañas, como un pestillo
las pestañas, como un pestillo
cerrando
el tiempo en
polvo
de
arena tras
los cristales opacos
de
tus ojos devoradores
en
silencios del
ser y de la
nada.
Salen
corriendo las
palabras para
no ser
cortadas por
la guadaña entre tus manos
segando las razones no
esgrimidas,
como el
Adviento, como el
secreto del poeta que
enloquece
por
no tener sus
versos tus rimas que se rizan voluptuosas.
Se
para el tiempo dejando
las horas huérfanas
de tu frente altiva como una torre,
de tu frente altiva como una torre,
como
una atalaya que
vigila el valle
donde
tus flores son
manantiales donde
abrevan
los
silencios y
los gemidos rompen de la tierra los
cráteres.
¡Oh Diosa!
¿Quién sacia su sed en las orillas
¿Quién sacia su sed en las orillas
de
tu espuma y pronuncia silente tu
nombre
rozando sus
labios con
los tuyos?
Siembran las
estériles dunas
del desierto
las
mudas notas del
silencio que
callas
impertérrita mojando en salitre
impertérrita mojando en salitre
el
estío que
quema agostando las
laderas de tu volcán
las palabras huecas sin
fondo:
manantial (espuma de la Venus muda)