Más de medio siglo me antecede
en la antesala del invierno
y el frío en mi florece
marchitándose el deseo.
Caminante sin camino,
senderista sin sendero,
con el perceptivo libro
leo estático mi tiempo.
Ya no hay mal que adolece,
ya no hay bien que me contente,
levantando yo la frente
me desnudo de repente.
Me amanta el dulce sueño,
sueño justo y duradero
rechinándose los dientes
estoy frío como el hielo
y el calor ya no revierte
esta helor y desespero.
En esta primavera del invierno
me reúno con las piérides
y andamos por las fuentes
descalzándonos primero.
Tengo frío, casi viejo,
me preparo las sandalias
y el zurrón de viejo cuero
en estas horas tan canallas.
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