(Poema inspirado en Pies en el Barro de Juan Cabezuelo)
Polvo somos buscado,
nos convertimos en polvo,
en polvo descubierto
antes que nazca y en cualquier portal
barro obtenido, polvo
en cualquier recodo enamorado,
en cualquier barra,
en cualquier cita.
Somos cenizas
sobre cenizas,
como el Mayor Tom
de vuelta de la ciénaga
de la heroína
quien alucina en su propio fango.
Nos moldeamos en arcilla
para acabar siendo
comida para gusanos
o reliquia en el nicho.
Polvazo, polvareda,
polvo menudo de talco perfuma
las heces que dejamos tirando la cadena.
Expiamos la culpa,
se atraganta el último trago.
Somos barro que se reencarna
en polvo de estrellas,
en el arrobamiento perpetuo
enajenados estamos de barro
de la cabeza a los pies
provocando cataclismos,
poniendo nuestro retrato
bocabajo quemados
en dulce vino ensimismado,
tirando cubos de heces
desde nuestra torre de marfil
a los viandantes.
Somos Segismundo
creando estercoleros
de karma que embadurna
las calles cerrando el círculo.
Somos Onán
llenos de légamo
eyaculando los gritos
y nos tragamos la ciénaga de los silencios
masturbados y sin flema.
Nos gusta complacernos
pisando charcos,
pisando pies,
dejando huellas de deyección
y mascando el tabaco de las buenas acciones.
Somos peores que canes,
ellos dejan meadas y se marchan.
Plantamos el rosal con hez hedionda,
sacudimos el barro en nuestros pies.
Julio 2015-Octubre 2024