A mi padre Paco Vivancos
Muchas gracias, Jonh Madison
Me
ha dicho que
está colgando las
sandalias,
que el tiempo no
perdona.
Vacía estanterías, regala sonrisas
a los
ajados libros.
Me
ha dicho que mientras estemos aquí
cuenta
conmigo por
si algo preciso
y
que no calle lo
que me grita por dentro
como un cruel rugido.
Me
ha tendido y cubierto con palabras tranquilas
mientras, entre
mis dedos, se
esfumaba
el
humo imperfecto de
un cigarrillo.
Me
ha abierto las
puertas de
su cielo,
ese
que ni él entiende
en el que cuidaba esmerado
y daba de
comer a sus nidos cada
día,
sin
importarle el
frío enquistado en
sus dedos.
Me
ha ungido con la sangre que une en
la distancia
bajando
desde el azul del
firmamento
(pendiendo el
vínculo de
un hilo),
de sus
temores, pensamientos,
de los dolores y los regocijos.
Hoy
hubiera ido
a dejar lágrimas
si
lo hubieras pedido, polvo de estrellas,
a
ese ángel que
dejó en tus palabras,
y en las mías,
el
legado que
rige tu destino
y el mío.