Hay
oscuridad
y
tras el azul
de
la cortina
corren
deprisa
los
hombres.
Cogen
atajos al
Cielo
fingiendo ser
ellos
en
su trágico devenir.
Expiran
palabras vacías
que
no saben a nada,
ni
tan solo el verbo
puede
ser conjugado.
Suben
al Cielo
las
plegarias
de
las quebradas almas,
aquellas
que cayeron
y
en lugar de levantarse
buscan
un dios
al
que elevarse,
¿es
por ellas
por
quién doblan
las
campanas?
Suben
a su montaña
de
nubes de nieve
y
con sus fríos pies
vuelven
a bajar
la
escalera rota
sin encontrar nada.
Hay
tanto hartazgo,
hay
tanta miseria
en
las pupilas
que
la ceguera
es
virtud
igual
que la música
que
amansa
a las fieras.
Y
cuando ya febrero
se
acababa has llegado
con
tus lunares blancos
anunciando la buena nueva
de
esta primavera,
y mis ojos cansados
ansían fijar en tu aroma
un
horizonte al
que volver
y
poner del revés
lo
que la niebla
se
había llevado.
Y desordenar lo cuidadosamente guardado.
ResponderEliminarEs el mejor final que se me podía haber ocurrido. Si me das tu consentimiento lo incorporaré encantado. Un abrazo Julito.
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